Estuve viendo una película que compre en DVD. La encontré
en la bandeja de los clásicos. Una película de los setenta. De mil novecientos setenta si no me
equivoco, que vi la primer vez cuando tenía menos de ocho años y debía ser el
año mil novecientos setenta y siete creo yo por distintas asociaciones de
recuerdos porque no me abundan los recuerdos de mi infancia. En este caso si
tengo muy presente que mi hermana un año menor y yo queríamos verla, habían
dado la propaganda como una película para chicos, pero mi mamá no nos dejaba
ver televisión después de las diez de la noche. Así que hubo que convencerla y
hay que ver los argumentos que teníamos. Era un día de semana peor que peor. Había
en la tele un ciclo que se llamaba Hollywood en castellano. Pasaban cine aunque
este es un producto inglés. Años más tarde frente a elaboradas obras de arte
del cine como Beatifull Thinking o Billy Elliot me rendí ante el cine inglés
sin condiciones. Hollywood es una feria de ofertas frente a Channel 4. La
convencimos, nos dejó verla. Nunca olvide esa película por varios motivos Formó
parte de mi más aya de lo conciente. No se qué efecto causó en mi hermana si lo
hubo y ya no puedo preguntarle. Yo hoy la vuelvo a ver y me emociona hasta las
lágrimas. Era una historia de chicos; no para chicos. Un “amor” de chicos, pero
más que del amor habla de la libertad. Brutos como eran solamente se explica
que esa película haya pasado el filtro de la censura del gobierno militar del
Proceso para la tele, filtro que por ejemplo no pasó Las mil y una noches de Passolini ni para
salas de cine porque se les ve el pene a varios muchachitos, eso era mucho más
fácil de etiquetar.
Melody esta es la
película de la que estoy escribiendo es una historia ingenua si se quiere (a la
mirada de los niños de hoy quizá sería aburrida), el lado fuerte no es el
romance de los dos niños Danny y Melody, sino lo lateral. La libertad, negada y
obtenida por vía de la rebeldía. No hay posibilidad de escribir el propio
relato en el colegio inglés de mil novecientos setenta. Tampoco y mucho menos
aún en la argentina del setenta y siete. Sabíamos del miedo, del límite, había
canciones que no se podían cantar, en mi casa había discos que no se podían
poner. Mayormente creo que nosotros en ese momento con siete años u ocho no notábamos diferencia, la
opresión era la forma normal de vida, los soldados con armas largas en la calle
era normal, lo incuestionable de la autoridad era normal. De cualquier tipo de
autoridad.
Y pasan esta peli en canal abierto que el cable no existía
entonces, la tele por cable como tantas otras maravillas del mercado fue otro
invento que nos llegó en los noventa. Pasaron Melody y hoy que la vuelvo a ver
doy vuelta la cara y me pongo a llorar.
No me pongo a llorar
por verla tan vieja como en el tango él Guapo la ve tan vieja a la Mireya y se pone a llorar sin
que ella lo vea.
Lloro por mí como se llora siempre en el fondo.
No lloramos por el otro que se fue y nos dejo, no lloramos
por el muerto que ya no está más, no lloramos por la leche derramada.
Siempre se llora por uno mismo.
Porque soy yo el que va a tener que seguir viviendo cada
uno de los días que me restan, siguiendo meticulosamente cada uno de los pasos
por donde la vida me lleve y ese otro al que decimos llorar y que nos ha dejado
por equis motivos, no va a estar ahí, ya
no hay más tiempo, ya no quedan oportunidades de hablar o de enmendar, se cerro
la cuenta y no se puede agregar ni quitar nada, solamente nos queda ver el
resultado. Por eso se llora.
Y porque uno,
Pelotudo! Se había hecho ilusiones.
Ese chico de siete u ocho años creció junto con sus
ilusiones hasta el día que encontró un cartel que le decía “Nunca pero nunca esperes nada” y sólo
entonces se dio cuenta que la vida había ido pisoteando una por una las pavadas
que lo ilusionaban menos una: El ansia
de libertad y la rebeldía como único camino.
Maravilloso.
Una síntesis.
Porque a los trece años vi. otra peli, esta vez en VHS
cinta videocasete, era el año ochenta y
tres, y en este caso si me cambio la vida para siempre. The wall.
“¿Qué deberíamos usar para llenar los espacios vacíos
Donde las olas de
hambre rugen?
¿Deberíamos
ponernos en camino a travez de este mar
De rostros, en
busca de más y más aplausos?
¿Deberíamos
comprar una guitarra nueva?
¿Deberíamos
conducir un auto más poderoso?
¿Deberíamos
trabajar toda la noche?
¿Deberíamos subir a
los aviones?
¿Dejar las luces
encendidas? ¿Tirar las bombas?
¿Hacer las giras
del este? ¿Contraer enfermedades?
¿Enterrar huesos?
¿Abandonar hogares?
¿Enviar flores por
teléfono?
¿Dedicarse a la bebida?
¿ Ir al sicólogo?
¿Dejar la carne?
¿Dormir poco?
¿Tener gente como
mascota?
¿Entrenar perros?
¿Carreras de ratas?
¿Llenar el ático
con efectivo?
¿Enterrar tesoros?
¿Acumular ocio?
Pero nunca
relajarnos del todo
Con nuestras
espaldas contra la Pared.
(Pink Floyd – The Wall)
Creo que no sería el hombre que soy, si faltaran en mi vida
todas o algunas de cinco o seis cosas puntuales y una de esas es The wall la
película de Pink Floyd. Y en la vorágine de los doce, trece, catorce años con
todo lo que cargan encima ya no tenía presente a Melody cuando me puse a ver
The wall. Y que loco verlo, cuando el personaje era chico el colegio era el de
Melody, los maestros, los tics, los rituales, la madre obsesiva, posesiva con un claro desorden alimenticio,
la madre que es la figura singular en todos los trastornos neuróticos(*), Sig
Barrett -quien inspira el personaje- que fue mucho más aya del umbral de la
neurosis para terminar en un loquero, en un momento dice “debió haber una
puerta en el muro por donde entré” y sin embargo desde ahí, (desde donde estaba
y donde finalmente nunca pudo salir) esa puerta no podía verse.
Era una puerta que
solamente se abría desde afuera para entrar. Otra definición de la locura.
(*) Y si me permiten
es la definición de madre. Esa es la función de la madre en la sociedad,
la madre se encargará de transmitir los miedos a las nuevas generaciones, mamá
pondrá dentro tuyo todos sus miedos dice. La madre es la perpetuación de los
miedos atávicos que mantienen el entramado social.
El tema de la insanía de este chico es apasionante, desde
el origen, lo que para otros pasa
inadvertido o por ahí queda como un simple complejo, en una persona sensible
puede ser una puerta que da a la in-cordura. Sin retorno. Una burla, un rechazo,
un menosprecio, un descuido otro ladrillo
en el muro.
Pero me voy de tema. Estaba en la rebeldía como único modo
de lograr la libertad que es negada desde el mismo momento de nacer, cuando nos
empiezan a cargar -como decía Serrat hablando de los niños- “Cargan con nuestros
dioses y nuestro idioma,…les vamos transmitiendo nuestras frustraciones,… y a
los que por su bien hay que domesticar”. Qué duda cabe?
El modelo de
domesticación, la fábrica del conformismo La Escuela. Protagonista
no menor de las dos películas Melody y The wall.
Recuerdo cómo lloré el día que tuve que empezar la escuela!
El primero, el segundo, tres días seguidos hasta que en el tercero me dejaron
igual.
Lo lateral en Melody que digo no es el hilo principal del
argumento del romance ingenuo inocente de dos chiquitos, esta puesto en el
tercer personaje, o a mi forma de ver “el personaje”. Onshaw compañero de clase de Danny
personifica la rebelión misma. Onshaw es el chico callejero, zarpado, de una
familia humilde o marginal para el lugar y la época no lo que hoy entenderíamos
como marginal porteño. Hay que pensar en Hammersmit suburbios de Londres año setenta.
Un chico quizá sin padre presente, con una madre que debe trabajar y no se ocupa
de él (no se ocupa como la madre de Danny se ocupa de su hijo y literalmente se
lo quiere comer ) (“Mama esperará siempre de pie hasta que regreses, Mama
averiguará siempre dónde has estado, Mama mantendrá a su bebé saludable y
limpio”) una familia que quizá viva de la seguridad social, quizá un padre
perdido en alguna guerra, no se aclara esto como en The wall donde está
perfectamente claro que el padre fue al desembarco en Normandía y para el chico
es solamente una foto en el álbum familiar. Resultado un niño sin padre
presente. Sorprendente coincidencia.
Un familiar desvalido a cargo (abuelo/a como en Billy
Elliot). Consecuencia Onshaw es el blanco natural de la autoridad. El amigo que
cualquier madre responsable vería con recelo para su hijo, y la mama de Danny
lo mira de reojo por el espejo retrovisor del auto. Este rebelde, con calle,
carismático, contestatario niño le sonríe y le guiña un ojo.
No hay duda que es el personaje. A esta altura la lateralidad
es la parejita de tórtolos. Otro motivo
porque Melody fue para mi inolvidable es que a los siete años ella no me atrajo
en ningún momento, sólo tenía ojos para Onshaw. Aunque, entonces no supiera
bien porqué.
Si los ingleses tendrían o no algún prurito en presentar directamente la historia de la
rebeldía infantil como praxis para lograr la liberación, dejando como anécdota
el romance de Danny y Melody, por aquellos años no lo sé aunque puedo tener mis
sospechas. De lo que no dudo es que no hubiese llegado a la tele argentina del
setenta y siete. Rebeldía infantil que por si fuese poca cosa en si misma,
además se puede interpretar como analogía
de la rebelión de los pueblos, no los adultos países Europeos, tampoco los
jóvenes Estados Unidos, Canadá; sino de
los países infantiles. Estos nuevitos, del tercer mundo, emergentes o
periféricos (como a mi más me gusta decir.)
Antes dije que Onshaw es un niño rebelde, carismático y
contestatario, con calle –dije- en principio iba a ponerle “un chico de la
calle” con la connotación que llevaba la frase cuando yo era chico, la cambié
porque hoy y hace ya unos cuantos años ser un chico de la calle significa algo
bastante distinto y quería ahorrarme la explicación. Pero ni modo.
Un rebelde siempre al filo de la ley o del otro lado como
al que le canta Serrat en Una de Piratas un antihéroe hasta ahí, y nomás porque
a los héroes los nombra el orden establecido, (no entro en la historia real de
los piratas que eran ladrones a porcentaje robando para la corona británica y
bajo su protección) este es un pirata romántico que por una palabra de más te
pasa por la quilla, pero en el fondo son unos sentimentales \ Que se graban en
la piel a la reina del burdel \ Y se la llevan puesta a recorrer los mares …
Que fuerte y contundente imagen. …“para hincarle de rodillas hay que cortarle
las piernas”, Fuerza, coraje, decisión, arrojo un tipo que no va a dar ni un
paso atrás, no es un negociador, ni un político, siquiera un demócrata. Es un
barbudo que se las juega, de hecho siempre llevan alguna marca en el cuerpo, se
le hace difícil disimular su oficio, un garfio, una pata de palo un ojo vacío
con un parche. “Se beben la vida de un trago y se ríen con descaro” Siempre que
escucho ese verso, me recuerda a la
misma persona, mi sobrino mayor, aunque no lo veo tanto y ahora es padre por
ahí ya lograron que sentara cabeza (sea lo que sea que quiere decir sentar
cabeza que yo nunca lo supe.) Me acuerdo de él de su risa con descaro, en el
fondo tenemos más en común de lo que parece incluso de lo que nos reconocemos
uno al otro. No importa. Yo lo sé. Y él quizá lo sepa un día.
El asunto es que si
nos gusta la piratería, el estar al borde de la ley o fuera de la ley lisa y
llanamente, además de llevar las marcas de antiguos combates y abordajes; (tengo
malas noticias: “No hay historia de piratas que tenga final feliz, ni ellos ni
la censura lo podían permitir,-así termina la canción de Serrat- por la espalda
en una esquina, gente a sueldo los asesina.”)
Esta visto que la
rebeldía no cotiza bien en este tiempo, en cambio podes conseguir un trabajo
cómodo y bien pago, hay licenciaturas y doctorados para cualquier verdura, algo
te tiene que gustar y déjate de joder con la rebeldía.
Onshaw por lo pronto era en “Melody” el objeto del ataque
directo de profesores, directivos, padres, y adultos en general. Si bien en una
forma más sutil la misma doctrina bajaba a todos los chicos de la escuela, pero
de alguna forma Onshaw era el “crucificado” el antiejemplo podría decir y no se
si me explico. En el día de las competencias deportivas ni Dany ni él mismo
entienden que hacen ahí, como se sucedieron los hechos para terminar
compitiendo sin convicción ni vocación en carreras de atletismo, en cierto
momento Onshaw le dice: “nos necesitan,
para que haya ganadores algunos tienen que perder.” Toda una definición del
sistema del que somos parte “¿Dónde irá ese prisionero de las múltiples y
ficticias necesidades que se ha creado él mismo?” (Fedor Dostoievsky – Los
Hermanos Karamazov Libro 6º Capítulo lll)
En el origen de su
personalidad están quizá las razones familiares y sociales que ya mencioné, en
el caso de Sig Barret el personaje alienado de The Wall, las causas primeras
que lo llevan por el camino de entrada a ese lugar detrás del muro del que nos
habla también. Está mucho más explícito, en The Wall la propuesta es llevarnos
a travez de la música al universo enajenado pero genial del músico. Una
propuesta apasionante, irresistible. Una tentación para tantos otros artistas
que imaginaron en la locura, en el caminar los pasos de la cuerda floja de la
propia razón un atajo hacia la creación sin tapujos ni fronteras una forma de
emancipación de la conciencia un estado como el que dicen se logra con algunas
formas de estupefacción. Hay todo un mercado de moldes hechos de artistas tipo
y no solamente digo músicos, hay pintores, poetas, escritores, actores y tantos
otros que impostan personaje del artista desahuciado perdido más aya de los cuerdos, fuera de lo
Normal (aunque de cerca nadie es normal), sometidos y entregados al exceso, a
la locura, las drogas o el alcohol como una condición necesaria para la
ejecución de su arte. Nada de eso, en el caso de este loco. Brillante loco.
En el final de Melody el anticristo (Onshaw, quién otro?)
propicia la boda de la parejita que después de sortear una redada de los
profesores y director del colegio, escapan en una zorra. La historia romántica
ingenua hasta el fin.
¿Dónde creería alguien que puede huir en una zorra, y por
las vías? Es enternecedor. En cambio Onshaw tiene que hacer frente a lo que ha
desatado, no hay luna de miel para él. Y el único camino que queda es el de la
lucha, la rebelión. Afortunadamente a esa edad los enemigos están prácticamente
al alcance de la mano, son fácilmente identificables, como así también sus
tácticas, estrategias y manipulaciones. Treinta años después el enemigo es un ovillo
indescifrable para la mayor parte del mundo, incluso la conformidad nos quiere
convencer que no hay enemigos, el mejor truco del diablo es hacernos creer que
no existe -dicen. Finalmente entiendo que el único que realmente puede dañarme,
soy yo mismo. El enemigo interior al que hay que derrotar, el que tira para abajo
el que trata de dejarse seducir por la vulgaridad, la codicia, la ambición,
entonces si tengo claro cual es mi frente de batalla nada malo puede pasar. No
tengo nada que temer. No hay ninguna cantidad de palabras o acciones ajenas que
hagan cambiar mis decisiones a menos que sea yo quien quiera cambiarlas, no
podrán hacerme feliz ni infeliz, sólo yo puedo. Estamos muy influidos por el
mercado del romanticismo berreta, de las relaciones truchas, irreales,
actuadas, cargamos con el bagaje de lo que hay que hacer, decir y sentir para
cada ocasión. Las relaciones irreales no pueden sino ser eso, como que son
relaciones entre personas irreales. Enajenadas. Que creen ser pararrayos de la
libertad y el libre pensamiento, y tienen todo un repertorio aprendido de
memoria, incorporado y listo para ser puesto en marcha cuando llegue la
ocasión. El infierno no son los otros, como decía Sartre, no señor, eso se parece mucho a la proyección, que en
sicología es cuando uno no quiere hacerse cargo de algún rasgo o disposición o
inclinación propia y lo que hace es verlo y criticarlo en los demás.El infierno igual que el cielo, el
destino, el lugar en el mundo, el amor de mi vida todo está dentro de uno desde
el mismo momento de nacer a la conciencia. Nuestro infierno es in-disimulable
está ahí hecho de avidez, avaricia, envidia pero como son muy impopulares uno
no acepta concientemente que los tiene, y como hay que ponerlos en alguna parte
se los endilgamos a los otros.
Onshaw (de quién nunca conocemos su nombre de pila) como
debe ser finalmente es abandonado por todos. Tiene que enfrentar los problemas
que el mismo se ha buscado, hacer su propia guerra que es nada menos que contra
EL Poder. En la escena siguiente al castigo físico que les dá Dix el profesor
de Latín a Onshaw y a Dani por no haber preparado la lección y cuando ellos
están saliendo de la oficina ya golpeados (Dani humillado y dolorido,
llorando) se encuentran con Melody que
espera en el pasillo, sin decir nada. En ese momento se define la encrucijada.
Dani el niño-Dani hombre-Dani amigo , Onshaw amigo de Dani, Melody niña-Melody
mujer.
Dani elije correr de la mano de Melody dejando a su amigo
atrás con apenas alguna mirada que intenta una explicación o menos que eso una
mirada que muestra la propia incertidumbre. No complicidad como se esperaría de
varones un poco mas grandes o como ahora un poco más creídos. Onshaw en tanto
se queda llamándolo a que vuelva, su amigo ha dado una vuelta en el camino de
la que no se vuelve jamás. En el final de la película Stand by me (River
Phoenix preadolescente sobre un libro de Sthepen King The Body) lo dice
bastante lindo “…Nunca volví a tener amigos como los de los doce años. Acaso ¿
Alguien los tiene?”
Todos los Onshaw del mundo van a ser abandonados por
alguien o por todos en algún momento. Todos los Dani del mundo se irán de la
mano de la que creen mujer de su vida en algún momento. Así es el basto mundo.
Los Dani y las Melody corren de la mano abrazando una pompa de jabón. Grandes o
pequeños. Pobres o ricos. Jóvenes o
maduros. Inocentes o desesperados, todos van igual abrazan su ilusión y se
largan a vlvir de a dos como si su pompa de jabón los fuera a proteger de todo.
La buena noticia es que no hay nada que temer. La mala es
que venimos a hacer un viaje individual.
Pero está muy bien, así está ordenado el basto, basto
mundo.
En cuanto a los Onshaw
tampoco pueden quejarse tanto, y
en tal caso no hay registros de alguno que por mucho quejarse haya conseguido
que su queja le importe a alguien.
Onshaw,- me dirán- también tiene lo suyo, después de todo
el encanto de los rebeldes es muy atractivo. El sistema todo lo deglute, todo
lo digiere, se lo come todo. Al más rebelde anti-sitema lo pone a hacer publicidad
de motos Harley Davidson, con pelo largo y brillante auspiciado por P&G.
Yo era muy chiquito pero a principios de los años ’80
existió algo que se llamó el “Punk” un movimiento anti-cultura anti sistema,
anti-todo y con una estética bastante desagradable y chocante con alfileres y
hojas de afeitar en las orejas, pelos parados y música estridente. Lo sorprendente fue la respuesta que el
sistema le dio al Punk. Cuando en otros tiempos se mandaba a la hoguera los
disidentes y herejes, el capitalismo occidental los maquilló les gravó sus
discos, inventó productos capilares para los pelos de colores, ropas de cuero,
lugares de encuentro y todo lo puso a la venta. Hoy no queda un solo Punk. Los
de antes están obesos, aburridos y satisfechos viendo cómodamente la TV.
Sospecho que algo de
eso hay cuando veo en la vidriera de Levis la gorrita con la estrella como la que
usaba el Che.
Los Dani del mundo se casarán y tendrán hijos con Melody (o
con otra no importa), Onshaw en tanto quizá conquiste sin proponérselo demasiado a muchas
mujeres con su aire desgarbado y nostálgico, por ahí le aparecen algunos hijos
a los que él no va a educar como es debido.
Unos son protagonistas de la boda. Otros sacamos las fotos.
Ponemos la música…