Entre la civilización y la barbarie elegimos la barbarie (y la estupidez). Así las cosas el resultado de la justa es casi natural: uno preso y el otro muerto.
(Elegimos es una forma de decir, porque la división internacional del trabajo dice que al sur está la fuerza bruta y los recursos naturales, la corrupción y la lujuria. Al norte se piensa y en el sur se escarba la tierra y se procrea a los esclavos de mañana. En el norte se comen los frutos del trabajo de otros y en el sur se sobrevive de las migajas. Lo que nos pasa es parte de un plan.)
Seamos sinceros lo que está en disputa no es el volumen de la música, sino quién es el que la tiene más grande. En una sociedad sin estado, donde la ley es
in-aplicable manda el más poronga, sepan disculpar mi lunfardo. Es la ley de la selva aunque en el siglo XXI ya no quedan selvas, mejor ejemplo es decir que está es la ley del mercado, los peces grandes se comen a los más chicos, es la ley del gallinero, las gallinas que duermen en los palos más altos cagan a las gallinas de más abajo y las cosas han sido así desde el principio de los tiempos, los que mandan, si algo nos enseñó la crisis de 2008 (la de la burbuja inmobiliaria de las hipotecas sub prime Lehman Brothers y todo eso), los que mandan ponen las reglas ( no siempre muy claras) y aunque las rompan y hagan todo mal, ellos nunca pierden, ellos no se funden, al final el estado, el mismísimo Tío Sam rescato a los bancos, la riqueza es privada pero la deuda es pública.
En la novela Los hermanos Karamazov de Dostoievski, el personaje dice: “Si Dios no existe, todo está permitido”.
Y si el estado no existe, o se retira y nos deja librados a nuestra suerte ¿Que podría pasar? ¿Esta todo permitido?
El capitalismo tardío rompe los lazos sociales, era necesario para precarizar el trabajo, deslocalizar la producción, separar a los trabajadores que antes se encontraban en un lugar concreto (la fábrica) y compartían una realidad tangible, hoy diferentes procesos se llevan a cabo en lugares remotos del mundo por obreros que ni siquiera hablan el mismo idioma, eso es romper los lazos sociales, el trabajador que antes tenía una identidad, un sindicato, y una dignidad, hoy no tiene nada y cada dos años lo corren de su trabajo y tiene que buscar otro. Esos lazos sociales servían también para que nos reconozcamos con nuestros compañeros y vecinos, con nuestros iguales asalariados, e impedían que nos matemos por una simple discusión de tránsito, o porque no nos gusta la música que pone el otro, un otro cercano al que conozco de mucho tiempo, de toda la vida quizá, pero que se ha vuelto una amenaza. Para ir a hablar con su vecino el ex policía necesitó salir armado, podríamos pensar en una cuestión sociopática individual, una deformación "profesional" porque un policía argentino sin arma se siente un boludo cualquiera, pero ¿Era necesario? Y no solo fue armado sino que desenfundó su arma, cosa que todos los que tenemos algún entrenamiento en el uso de armas sabemos que cuando se saca el arma es para usarla, no para mostrarla, no para asustar. Pero el policía retirado puede haberse sentido valiente y poderoso pensando que su rival se iba a mear de miedo frente a un revolver cargado. No pasó.
Estupidez de un lado y del otro.
Una persona armada siempre debe tomarse muy en serio. Es un peligro mortal inminente y enfrentarlo, asusarlo y provocarlo es algo muy tonto, de las actitudes más irracionales y absurdas que vi en mi vida y eso que he visto mucho cine, y mucho cine de Hollywood, donde a veces por estirar un guión se hacen las cosas más incoherentes porque hay que hacer una película y tiene que durar una hora y media, si fuésemos todos sensatos no habría tantas películas o se terminarían a los quince minutos.
Creo que la víctima ya herido, tuvo tiempo, un triste tiempo para reflexionar, su error, fatal e insalvable. ¿Que habrá pensado? Habrá pensado como en el cuento de Horacio Quiroga donde el campesino cruza el alambre y no ve donde está el machete que tiró antes de saltar, y de golpe siente algo caliente que le corre por las piernas, y ahí al pie de un alambre en el monte misionero piensa: me voy a morir. Nada más ni menos.
Todo mal. Todo innecesario, todo triste.
La decadencia está entre nosotros.
Homini homo lupus est.